Atraviesan el cielo en grandes arcos y los escuchamos desde lejos. El grito inconfundible del tiuque, yiiii yiii yiiiiiii es un sonido que atraviesa territorios tan distantes como diversos. Praderas, estepas, humedales, bordes costeros, ríos, huertos, pueblos y ciudades son algunos de los ecosistemas que el triuke, como le llaman en la Araucanía, ha convertido en hogar. La flexibilidad del triuke es expansiva.
Es un ave aguda e inteligente, observadora y con una capacidad de adaptarse hasta el punto de que cualquier animal es un posible alimento. Cazan insectos, anfibios, pequeños mamíferos, crustáceos y hongos de los bosques cuando viven en ellos. Incluso se les ha visto acechar con paciencia un nido, esperando a que las crías estén suficientemente grandes para ser dignas de un almuerzo ¿Alguno de ustedes dejaría un maravilloso plato de comida en la mesa, ante la promesa de que será más grande y más delicioso en unos días?
En las ciudades son aún más ágiles y oportunistas, vuelan haciendo giros diagonales y moviendo la cabeza en busca de pequeñas presas o algún resto apetecible en basureros y veredas. Reconocen lugares con alimento frecuente y regresan en busca de más.
En el borde de un río, un cauteloso triuke aprovecha los últimos bocados de un pez que, convertido en vector de nutrientes, extiende la vida de este inteligente jovencito.