A los mirlos los vemos con bastante frecuencia. Se mueven en grupo y a saltos por pastos y veredas buscando restos de tu almuerzo o semillas. Son inconfundiblemente negros, tornasolados y tienen ese característico pico corto que nace directo desde la curvatura del craneo. ¡Muy distinto a una diuca! Aún así, esta no parece notarlo.
Luego del cortejo y haber construido sus nidos con dedicación, las diucas están listas para poner sus huevos y los mirlos, empiezan una cuidadosa búsqueda de nidos, porque los mirlos, -no son de construir nidos.
Durante el día, madre y padre mirlo salen de -vitrineo. Se mueven de rama en rama, entre los nidos de otras aves para evaluar su calidad. Lo que buscan, es un hogar para sus huevos y futuros polluelos y la mayoría de las veces, ese hogar es el nido de una pareja de diucas.
Una vez que encontró a los mejores padres adoptivos, duerme cerca de su nido y antes del amanecer, cuando los padres han salido a buscar alimento, la mirla bota los huevos de las diucas y deposita los suyos. ¡Tal cual! Incluso se han visto huevos que varían su apariencia, dependiendo de los huevos del ave que criará a su descendencia.
Pasadas las horas, las diucas volverán a incubar los huevos que creen suyos y trabajarán arduamente por alimentar a los polluelos. Sin quererlo o elegirlo, la pareja de diucas se convierte en padres adoptivos y hará el trabajo necesario para que una nueva camada de aves sanas, esté lista para enfrentar la vida y tejer redes, sin importar si se parecen o no a ellos.