Con días de nacidos estos pichoncitos son difíciles de reconocer, podrían ser casi cualquier
ave paseriforme de los bosques templados del sur de Chile, pero no son cualquier ave: son una pareja de hermanos fío fíos (Elaenia albiceps) y les quedan pocos días para empezar a demostrar una fortaleza capaz de llevarlos al Amazonas, con sus 25 gramos de peso, en un vuelo que puede tomar meses.
Cada año, cerca de julio y agosto los fío fios que habitan la zona norte de América latina (entre Perú, Brasil e incluso Colombia) emprenden un vuelo de trayectoria desconocida pero con gran precisión: llegan a Chile y Argentina para anunciar la llegada de la primavera. Cuando canta un fío fío, es momento de abrir las ventanas y dejar que entre el sol.
A este par los alimentan sin descanso o ellos harán notar su apetito con un llamado energético. Insectos, brotes y frutos carnosos son la base de su alimentación y de una de las relaciones más significativas para la diversidad y continuidad de los bosques templados.
Junto a los zorzales, los fío fios ostentan el reinado de la dispersión de semillas de plantas leñosas, o sea, de los árboles y arbustos que permiten sus nidos, alimentan insectos y producen el oxígeno de todos nosotros. Al comer frutos, los fío fío se convierten en “transportistas” de una semilla que al ser defecada alcanza nuevos suelos y más oportunidades de producir un nuevo individuo, un nuevo árbol.
En este nido está empezando una gran historia.